LOS PRINCIPIOS SAGRADOS


 

Por Oscar Garay (*) - Especial para Hoy

               En las últimas semanas han podido conocerse datos que confirman la situación de esplendor por la que pasan los E.E.U.U.. Esplendor que hasta provoca preocupación en muchos sectores del mismo país. Veremos si de estos datos es posible extraer conclusiones de alguna utilidad para el análisis de la situación Argentina.

               El Presidente de la Reserva Federal (Banco Central), Alan Greenspan, pugna desde hace meses por conseguir mediante progresivas subas en las tasas de interés desacelerar el vertiginoso crecimiento de la economía norteamericana.

               No es del caso analizar aquí las causas de ese crecimiento, pero sí debe señalarse que la enorme capacidad de consumo de las familias estadounidenses podría, según la visión del funcionario, provocar una demanda tal de bienes que no pudiera ser satisfecha y ello determinaría una suba de precios, fenómeno conocido en economía como “inflación de demanda.”

               Esta euforia consumista no es la única señal del boom que atraviesa la primera economía del mundo. Ciento siete meses consecutivos de crecimiento, un aumento del producto previsto para este año de un 3,75% (superando en casi 1 punto las expectativas), superávit fiscal de casi 20.000 millones de dólares y una tasa de desempleo del 4% son datos que, si bien hablan por si solos, merecen un brevísimo comentario, principalmente estos dos últimos.

               Una lectura adecuada del superávit fiscal sugiere no solamente que los contribuyentes pagan allí sus impuestos, sino también, y básicamente, que las familias pueden pagar la educación de sus hijos y la cobertura de salud, no debiendo (o debiendo escasamente) acudir el estado en su ayuda en estos rubros.

               Tampoco el sector público resulta, al parecer, un reservorio destinado a mostrar en las estadísticas ocupación allí donde no la hay.

               La desocupación es prácticamente igual a cero por cuanto el 4% es el indicador mínimo de quiénes en el momento de la encuesta se encuentran cambiando de empleo, al punto que el propio Sr. Greenspan advirtió hace un mes ante el Senado que deberían ablandarse las leyes de inmigración para permitir el mayor ingreso de mano de obra extrajera. Pedido reiterado la última semana ante la los Representantes, alegando que la falta de mano de obra, especialmente en los sectores de alta tecnología podría demorar el recupero de las inversiones realizadas en el sector estrella de la economía estadounidense.

               Estos pocos pero significativos números dan por tierra con varios de los que parecen ser postulados o principios sagrados en la Argentina. En primer lugar: el siempre declamado como imprescindible, pero nunca alcanzado, equilibrio fiscal. Este es, sin dudas, hijo del crecimiento global de la economía y, fundamentalmente, de la plena ocupación, y no al revés. El perro que se muerde la cola sería la figura mas apropiada para la Argentina que pretende, en recesión, equilibrar las cuentas públicas con una desocupación y subocupación que ronda el 30%, dejando piadosamente de lado que una persona que gana 250 o 300 pesos es considerada como ocupada por el I.N.D.E.C.

               En segundo lugar, estos números vuelven a demostrar que el temor a la inflación de demanda que desvela a nuestros equipos económicos, mas o menos neoconservadores, e impide liberar recursos del sistema financiero, es infundado. Esto solo puede darse, si se diera, (puesto que esto tampoco ha ocurrido en los Estados Unidos), bajo la condición de la plena y total utilización de los factores productivo. Nunca con una enorme capacidad instalada ociosa, o emigrando hacia Brasil y con casi la mitad de la población de nuestro país imposibilitada de satisfacer sus necesidades básicas.

               Se quiere decir dice con esto que una política que tenga como objetivo, además del equilibrio fiscal, un sostenido crecimiento no puede pasar por alto que un sólido mercado interno con alta capacidad de consumo es, mas que necesario, imprescindible para el éxito.

(*) Integrante del CEPADE (Centro de Estudios para el Desarrollo)

 


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