LIVIANOS CONSEJOS PARA POBRES PAÍSES


 

Oscar Garay (*) - Especial para Hoy

               A fines del pasado mes de abril el Banco Interamericano de Desarrollo dio a conocer su informe correspondiente al año en curso sobre “PROGRESO ECONÓMICO Y SOCIAL PARA AMÉRICA LATINA”

               Del extenso informe pueden extraerse en base a datos comparados con otras regiones del globo, algunas interesantes conclusiones que no pueden dejar de proyectarse hacia el futuro.

               En cuanto al ingreso per cápita, América Latina, que hace cincuenta años poseía un promedio cercano a la mitad del ingreso de los países desarrollados hoy no llega al 30% del promedio de éstos últimos. Peor que eso: ha sido superada por el Sudeste Asiático, Medio Oriente y Europa del Este. Solo las naciones mas pobres de Asia y el promedio general de África se mantienen por debajo.

               A su vez la distribución de ese mermado ingreso, tomando lo últimos diez años, es la mas desigual del planeta, peor aún que en África.. El informe escuetamente advierte que “En los países latinoamericanos una cuarta parte del ingreso nacional es percibida por sólo el 5% de la población y un 40%, por el 10% mas rico. En contraste en los países del Sudeste Asiático el 5% mas rico percibe el 16% del ingreso en promedio y en los países desarrollados un 13,5%.”.

               Con referencia al P.B.I, Brasil es el país de mejor performance en los últimos cincuenta años con un crecimiento promedio anual del 2,5%.

               La Argentina en esta tabla de evolución promedio anual de P.B.I. figura en decimoquinto lugar con el 0,7%, solo y levemente por encima de Honduras Venezuela y Nicaragua. Por debajo de Perú, El Salvador, Paraguay y Bolivia.

               Si bien esta situación parece preocupante el informe revela un dato estremecedor no bien la comparación se extiende al resto del mundo. La Argentina ha crecido bastante menos que el promedio de América Latina y también menos que el promedio de África. En términos relativos la Argentina ha retrocedido en su crecimiento económico contra la enorme mayoría de los países de todo el mundo, aún los mas pobres.

               Los temas que mas preocupan , según el BID, a los ciudadanos de los países de América Latina son el desempleo, la inflación, la pobreza y los bajos salarios. Factores esencialmente económicos a los que se suman otros de origen social como la educación, la delincuencia y la corrupción.

               Ahora bien ante estos problemas: ¿cuales son las recomendaciones que da el BID a sus miembros.?. Aprovechar la oportunidad demográfica y mejorar la calidad institucional..

               La primera de ellas asegura que este es el momento del despegue económico de los países latinoamericanos por cuanto la combinación de baja en las tasas de natalidad y de mortalidad infantil con mayor alfabetización ofrecería a los países de la región una oportunidad única debido a que la gran cantidad de adultos jóvenes que ya se encuentran y que ingresarán en el futuro próximo en el mercado de trabajo no deberán mantener a tantos niños ni ancianos. La pirámide poblacional todavía no tendería a invertirse y en consecuencia el costo de mantener a los retirados sería, por varios años, escaso. En consecuencia , suponemos puesto que no se expresa, los estados no tendrían recurrentes déficits vinculados a los costos de la seguridad social y esos recursos podrían volcarse al desarrollo.

               La restante recomendación se basa en que la prolijidad institucional. -llámese a esto elecciones periódicas libres y limpias, alternancia en el poder, poder judicial independiente y combate a la corrupción y a la delincuencia- no solo es posible en medio de la pobreza, sino que contribuiría, por si misma, a mejorar la situación económica de América Latina.

               Desde esta modesta tribuna que “Hoy” nos brinda, y con el ánimo de contribuir al debate de temas que parecen prioritarios, el Cepade se permite poner en duda utilidad de las recomendaciones que tan prestigioso organismo da para Latinoamérica .

               Las razones para ello son las siguientes. El Banco no explica donde ni como ejercitará su ímpetu laborioso esa supuesta pujante masa humana ávida de crear riqueza para sus países. Explicación que es imposible de ser eludida cuando a la vez se sostiene que la desocupación es uno de los problemas mas urgentes de la región.

               Por otra parte es del caso aclarar que este razonamiento no resulta aplicable a la Argentina que por haber gozado en el pasado de un grado de desarrollo superior al del resto de los países de la región ya tiene una pirámide poblacional que tiende a invertirse. Es decir que el peso de los sistemas de seguridad social sobre la fuerza de trabajo activa se agranda año tras año.

               No analizan tampoco quienes han elaborado el informe, por ejemplo, como puede ponerse fin al clientelismo político o a lobbies diversos que ensucia elecciones y perpetúa en el poder a políticos con pocos escrúpulos, en medio de la pobreza y la desocupación galopantes. Son estos último factores y no otros los que restan libertad de elección a la ciudadanía convirtiéndolos en presa indefensa de prácticas corruptas. El subdesarrollo institucional pareciera ser antes una consecuencia del atraso económico que una causa.

               A modo de conclusión pueden proponerse al debate las siguientes hipótesis de trabajo: Primera: ¿es posible la mejora de la llamada “calidad institucional”, cuando los indicadores económicos no cesan de ser agudamente negativos?. Entendemos que no En realidad la conclusión debe formularse a la inversa: es el deterioro económico lo que empuja hacia abajo a la “calidad institucional”. Segunda hipótesis: por bien intencionados que sean los intentos de reformas políticas: ¿pueden, por sí mismas, conducir al desarrollo económico?. Creemos que la respuesta es también negativa. Una síntesis de ambas conclusiones podría ser entonces que si bien las dos metas (desarrollo económico y mejoras institucionales) deben acometerse -o al menos ser intentadas- al unísono en la práctica; en el diagnóstico, debe tenerse claro que una es la causa y otra la consecuencia.

               (*) Integrante del Centro de Estudios para el Desarrollo (CEPADE)

 


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