LAS PRIORIDADES MUNICIPALES


 

Por Daniel Ángel Moreno (*) - Especial para Hoy

               Ha cobrado cuerpo en los últimos tiempos, la decisión de un endeudamiento de la Municipalidad de la Ciudad de La Plata, por un préstamo por 105 millones de dólares, que seria destinado a la pavimentación de calles de nuestra ciudad.

               Tanto el oficialismo como la oposición coinciden en el objetivo del endeudamiento, manteniendo diferencias en las formas.

               Nos planteamos la utilización alternativa de esos fondos en obras de infraestructura y en servicios, que acompañado por una política activa de promoción industrial, pueda servir de base a condiciones económicas distintas, en la que se comience a paliar la falta de puestos de trabajo de nuestra ciudadanía y revertir este círculo vicioso de desinversión-desocupación en otro círculo virtuoso de inversión-ocupación-mayores salarios-mayor recaudación.

               Nos planteamos la posibilidad de comenzar a transitar un camino totalmente distinto al actual. En estimular y proteger decididamente al trabajo y a la producción local.

               La alternativa consiste en repasar los principios fundamentales de la economía política, ahora olvidada por los nuevos principios monetaristas-liberales y, por otro lado, aprovechar la experiencia histórica propia y ajena.

               Desde el punto de vista teórico, es la producción y en particular el trabajo humano acumulado y no otra cosa, lo que genera riqueza. O sea que generando trabajo humano, resolvemos las dos partes de esta ecuación, el de la desocupación y el de la generación de riqueza, que asimismo contribuye a aumentar la recaudación en todos los niveles.

               No es novedoso lo que planteamos. Solo intentamos que se reconozca la necesidad de que se constituya en una prioridad absoluta, por parte de quienes gobiernan.

               La obra pública puede constituir un impulso a la radicación industrial y convertirse en una ventaja competitiva o puede constituir un bien de consumo duradero.

               Es como si una persona despedida debiera optar por comprar con su indemnización una máquina para producir bienes o comprar un auto. El auto constituye un elemento de consumo duradero, con él se podrá obtener muchas satisfacciones, pero no incrementa los ingresos futuros ni genera puestos de trabajo, sino que por el contrario genera costos de mantenimiento.

               La máquina de producir bienes, no genera un goce estético ni brinda tantas satisfacciones directas como el auto, pero genera ingresos por la venta de los productos en el presente y en el futuro. Desde el punto de vista social, brinda trabajo.

               No podemos dejar de pensar en el pago del endeudamiento, hecho que necesariamente quitará del circuito económico-financiero local, una importante suma de dinero en concepto de amortización de capital e intereses. Lo cual incidirá en una caída en las ya magras ventas locales y por ende de la recaudación. De concretarse este endeudamiento para una obra improductiva, los contribuyentes deberán hacerse cargo de su costo, lo que generará, para mantener una situación fiscal similar a la actual, aumentar los impuestos y tasas locales.

               La construcción de pavimento en nuestra ciudad, a nuestro juicio no constituye una prioridad, porque no es una inversión sino que es un gasto improductivo. Ni atraerá capitales como si puede hacerlo la propuesta alternativa que efectuamos.

               Gastar dicho monto en la pavimentación de las calles platenses, sería equivalente a que el desempleado decidiera comprar un auto para pasear, en lugar de invertir en la máquina de producir.

               ¿Cuál es la alternativa?. Pensemos por ejemplo en las obras necesarias para instalar un aeropuerto en nuestra ciudad. En la mano de obra necesaria para erigir toda su infraestructura, en el requerimiento laboral de las empresas de navegación y sus contratistas, en el movimiento de recursos que se generaría en la región, en la satisfacción de los productores que verían reducir sus costos de transporte y por ende ser más competitivos.

               Pensemos en la construcción de un parque industrial provisto de luz, agua, energía en cantidad, en calidad y a bajos costos, en la construcción de carreteras para crear las mejores condiciones para el asentamiento de nuevas empresas.

               Desde el punto de vista práctico, no debemos trasladarnos demasiado lejos para observar las bondades de la propuesta que efectuamos. Y no hablamos del ejemplo brasileño, del cual podríamos sacar importantes lecciones, ni siquiera de los países desarrollados. Nos referimos a la experiencia de Pilar, una localidad situada a muy pocos minutos de nuestra ciudad.

               Un régimen de promoción industrial, que permite a las empresas acceder a exenciones impositivas a cambio de que contraten un 50 % de empleados de la zona, parece ser la causa eficiente de su notable crecimiento.

               Existen 130 empresas instaladas en su parque industrial y otras esperan la autorización para comenzar a operar. Quinientos millones de dólares en inversiones, uno de los índices de desocupación más bajos del país, industrias que se radican más que en cualquier otro punto de la provincia, autopistas que amplían sus carriles para evitar congestionamiento del tránsito, llegada de importantes proyectos inmobiliarios, turismo, hoteles, entretenimientos. Terrenos que se cotizan a valores de Puerto Madero. Infraestructura suficiente en salud y educación, además de mucho verde.

               Estos argumentos parecen ser lo suficientemente sólidos, para aseverar que allí donde hay trabajo abundante, existen salarios altos para las personas que pueden aumentar su consumo y permite incrementar las ventas de las empresas, que a su vez y como consecuencia de ello, pagan más impuestos y elevan la recaudación de la municipalidad, la provincia y la nación.

               Es importante no ensuciarse con el barro propio de las calles de tierra que circundan nuestra ciudad. Pero no olvidemos que de las “inversiones” del presente depende la estructura del futuro y de ella, las posibilidades de contener a nuestra y a las generaciones futuras.

               ¿Dónde trabajarán nuestros hijos, dónde se educarán, dónde se curarán, de donde surgirán los fondos para mantenerse y mantener a sus familias. ¿En qué contexto deberán desarrollar sus actividades?.

               No lloremos en el futuro las desafortunadas decisiones del presente.

               (*) Presidente del CEPADE (Centro de Estudios para el Desarrollo)

 


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