LA INUTILIDAD DE LOS CANDIDATOS EN CAMPAÑA


 

Gastón Galli (*) - Especial para Hoy

               ¿Para qué sirve lo que dicen los candidatos en las campañas electorales? Lamentablemente debemos decir que no sirve para nada. Bastaría recorrer solamente el archivo de este mismo diario para ver que en la campaña electoral previa a la última elección de Intendente de La Plata se difundieron proyectos verdaderamente interesantes, que hoy quedaron en el olvido más absoluto. Dejemos por un instante de lado a los candidatos y miremos a los electores. ¿Puede uno repetir cinco de las ideas o proyectos que estaban contenidas en la plataforma electoral del candidato que votó? El problema es, entonces, doble. Los candidatos dicen cosas para el olvido y los votantes, cómplices, las olvidan. Volvamos entonces al comienzo ¿para qué se gasta tanto dinero y tanto tiempo en difundir mensajes falsos o, por lo menos, olvidables? Una de la funciones de la campaña electoral sería, no ya la discusión respecto de la solución de los problemas, sino al menos la correcta identificación de esos problemas. En toda la hojarasca producida por la campaña que llevó al Dr. Alak a la reelección, se produjo un caso muy curioso: los dos candidatos más votados planteaban, en mayor o menor medida, la necesidad de que el Municipio redefiniera su rol, adaptándose a los nuevos modelos de gestión y que comenzara a cumplir un papel más activo en los problemas del desarrollo económico. Esto exigía como primer paso cambiar el concepto que la ciudad tiene de sí misma. Detengámonos en esto. Existe una tendencia equivocada a considerar a La Plata como una ciudad de empleados públicos y estudiantes. Incluso nosotros, quienes vivimos aquí, elegimos ser vistos así y no como habitantes de una región con vocación productiva. Corregir ésta percepción equivocada es fundamental para nuestra identificación adecuada de los problemas y la consecuente búsqueda de soluciones. Una ciudad de estudiantes y de empleados públicos sólo exigirá de su intendente una abundante pavimentación de calles y un esmerado cuidado de las plazas, y sólo protestará por la insuficiente recolección de residuos o por la timidez de las autoridades para exigir veredas íntegras. En cambio, una región que se reconoce como un centro productivo de importancia, exige otro tipo de gestión. Necesita de una activa participación del municipio para ofrecer soluciones o, por lo menos, para gestionarlas ante quien corresponda. ¿Sería muy ilógico que, por ejemplo, el Municipio reclamara insistentemente al gobierno provincial la rehabilitación del aeropuerto que los productores de flores de nuestra ciudad necesitan para exportar su producción? Esto es importante: ¿qué conciencia hay en la ciudad de los problemas que atraviesan los productores de la región? Salvo en aquellos que los padecen directamente, esos problemas no existen para el común de los habitantes de la región, que ni siquiera sabe a ciencia cierta que existen personas, muchas personas, que viven de la producción en esta ciudad. Tuvimos, ayer, una larga (y costosa) campaña electoral donde algunas de estas cuestiones se ventilaron tímidamente. Los principales candidatos llegaron, incluso, a coincidir en la idea de crear una Agencia para el Desarrollo que se ocupe de estas cuestiones. Es el primer gran paso para poner a la Municipalidad (y a la ciudad toda) a la altura de los tiempos. ¿En dónde quedó eso? La idea de contar con un organismo municipal destinado a promover el desarrollo económico, que brinde servicios a las PyMEs que estas no pueden contratar individualmente por su alto costo, que gestione fuentes de financiamiento, que articule fondos de garantía, que impulse la realización de ferias y exposiciones con los productos de la región, que actúe como oficina de ventas al exterior de la producción platense, que impulse la realización de las obras de infraestrucutra que la producción requiere, etc., debe ser rescatada del olvido. Era una propuesta que contaba con consenso y que merece, por lo menos, ser discutida. Pero ha sido dejada de lado hasta que, tal vez en las cercanías de una elección, los políticos quieran decir algo más sofisticado que enumerar las calles que piensan asfaltar. O, lo que sería más patético, los candidatos la utilicen cuando necesitan algo con qué entretener y estimular a los militantes. Para eso, nada mejor que juntarlos en un lugar, hacerlos discutir sobre estas cuestiones en reuniones, elaborar un carpeta primorosamente impresa y fotografiar al candidato mientras la recibe y finge interesarse en su contenido. Claro, será nuevamente en una campaña electoral. Y esto nos lleva al comienzo: ¿Para qué sirve lo que dicen los candidatos en las campañas electorales?

               (*) Integrante del Centro de Estudios para el Desarrollo (CEPADE)

 


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