LAS PYMES: UNA CUESTIÓN MUNICIPAL


 

Gustavo Galván (*) - Especial para Hoy

               En los países desarrollados el resurgimiento de las PYMES en las últimas décadas se inserta en un amplio proceso de reestructuración económica, que si bien responde a aspectos globales comunes, se diferencia en sus características e intensidad según el país del que se trate. Tampoco es semejante la transformación de los diversos sectores manufactureros o áreas geográficas. En algunos casos (Japón) la inserción de las pequeñas empresas se vincula con la organización productiva y la estrategia competitiva de las más grandes, difundiéndose fuertemente la relación económica y tecnológica de subcontratación. En otros casos, (USA) la tendencia hacia menores tamaños de planta industrial es incuestionable, en especial en el sector manufacturero de las industrias “high tech”, empresas que se desarrollaron inicialmente en el entorno de universidades o proyectos de investigación y desarrollo encarados desde el sector estatal.

               Es sabido que, ayudadas particularmente por las nuevas tecnologías informatizadas y aprovechando las capacidades de flexibilidad e innovación, las PYMES establecieron novedosas ventajas competitivas sobre las grandes plantas industrializadas.

               Más aún, el fenómeno de su reemergencia no se limita sólo a países industriales desarrollados, sino que incluye a países del este europeo, del sudeste asiático, y a los de industrialización trunca, como es el caso argentino.

               Las pequeñas y medianas empresas ocupan hoy día, nada mas y nada menos, que el 99 % del Registro Industrial de la Nación Argentina, incluyendo entre ellas a la subcategoría de las microempresas.

               Sin embargo, la importancia de la proporción se desvanece cuando observamos la real problemática por la que atraviesan nuestros pequeños y medianos productores, y la escasa posibilidad de acceder a fuentes de financiación razonablemente competitivas con sus similares del exterior.

               Un dato revelador es la merma en el stock de créditos bancarios al sector privado que sufre la Argentina, merma que según el BCRA fue en mayo del 0,5%, acumulándose así 20 meses de estancamiento.

               Para peor de males, el alza del riesgo país y el aumento de la tasa de interés de la Reserva Federal de los EE.UU., ejercen una fuerte presión alcista en las tasas de interés locales, por lo que el dinero en Argentina es cada vez más caro.

               El acceso al crédito y a las fuentes de financiamiento es hoy para el empresario PYME una cuestión vinculada, no ya a su crecimiento, sino incluso a su supervivencia.

               Por tal razón, para que el papel de las PYMES sea significativo , no sólo en términos cuantitativos, sino también en términos estructurales, las políticas dirigidas al sector deben centrar su atención con especial énfasis en acciones vinculadas con facilitar el acceso de estas firmas al mercado de capitales.

               Ahora bien, frente al cuadro de situación “macro” por el que atraviesa el país actualmente, el estado parece más concentrado en ajustar las cuentas públicas que en atender el potencial que ellas tienen, tanto en la producción de bienes y servicios, como en la generación de empleo y en la exportación.

               La pregunta clave es entonces: qué hacer mientras se espera un cambio en el rumbo de la política económica general?

               En esta coyuntura de situación adversa para el desarrollo de la pequeña empresa, la respuesta sería optimizar y aprovechar cabalmente los recursos y medios disponibles y auxiliar de manera directa al empresario cuando intenta la innovación tecnológica, proyecta la exportación y en todas sus actividades de comercialización.

               Creemos que el aprovechamiento integral de elementos como las formas asociativas de comercialización y exportación (consorcio de productores, gerencias de exportación conjunta, etc. ) o de los programas de ayuda oficial y privada (sociedades de garantía reciproca, etc.) pueden servir a tales fines.

               En este sentido son los gobiernos locales, en especial la gestión municipal, responsables del éxito de tales políticas, pues debieran ser quienes estén más cerca y en conexión directa con el empresario o productor.

               No hace mucho tiempo atrás propiciábamos, desde esta misma tribuna, la creación de un ente especializado en la problemática de la producción. Al estilo de las agencias de desarrollo europeas o sus similares, sería su función asesorar y auxiliar al empresario PYME en la búsqueda, elección y obtención de su propio financiamiento.

               Existen los medios y recursos, aunque resulte dificultoso su acceso a ellos, generalmente por causas ajenas a la voluntad de los interesados y por condiciones que el estado muchas veces coadyuva a generar. Facilitar dicho acceso puede constituir una medida de política activa a tener en cuenta por el municipio local.

               Quizás entonces la inserción de las PYMES en el aparato productivo y en la generación de empleo revistan igual importancia que las demás políticas impulsadas desde la órbita municipal.

               (*) Integrante del Centro de Estudios Para el Desarrollo (CEPADE).

 


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