DERECHO A LA ESTABILIDAD


 

Oscar Garay (*) - Especial para Hoy - (Consultor del Cepade)

               Mucho ha sido lo que se ha escrito y dicho en más de diez años de vigencia de la ley de Convertibilidad 23.928 sobre la paridad cambiaría de 1 peso-1 dólar. Pero probablemente ninguna de las opiniones vertidas acerca del eje central de la política económica argentina desde el año 1991, haya sido tan acertada como una que proviene de nuestro principal socio comercial, Brasil. Allí hay quienes afirman que la Argentina sufre de “populismo cambiario”.

               Según el politólogo francés Alain Rouquié, quien es además un estudioso de la política latinoamericana en general y argentina en particular, puede caracterizarse al populismo como un fenómeno histórico político generado en Latinoamérica a partir de la década del ‘30, donde, de modo coincidente con el agotamiento del modelo agro-exportador y el comienzo de la industrialización sustitutiva de importaciones, líderes políticos de gran predicamento otorgaron a las clases populares ciertos derechos de índole económica y/o social o las liberaron de ciertas políticas perjudiciales, en general pergeñadas o que favorecían a las clases dominantes u “oligarquías” locales.

               Con ánimo de ir algo más a fondo en el tema podría decirse que los sistemas sucumbieron porque no se advirtió que esas políticas eran “imposibles de sostener en el tiempo”. En la Argentina de los últimos diez años la paridad cambiaría liberó a las clases populares del flagelo de la inflación. Pero claro, esa misma paridad cambiaría 1 peso = 1 dólar ha sido, a la vez, sostenida sobre una moneda nacional extremadamente sobrevaluada, restricción monetaria más déficit fiscal, combinación generadora de tasas de interés que vedan la actividad productiva y servicios privatizados con tarifas altísimas en dólares. El producto final de esta combinación imposible de sostener en el tiempo resulta pues, menos violento, pero tan perjudicial como la hiperinflación.

               Recesión brutal nunca vista hasta ahora; desocupación y subocupación también desconocidas; salarios cuyo poder de compra es ínfimo y se degrada día a día.

               El “populismo cambiario” pretendió otorgar a las clases populares un aparente “derecho a la estabilidad”, aunque al hacerlo en condiciones poco realistas y mediante el mero artilugio de establecer por una norma jurídica la tasa de cambio, sentó las bases de lo que hoy obligará, en el mejor de los casos a una introducción del euro en la convertibilidad para intentar mitigar los efectos que aquí se enumeraron. Esos efectos son imposibles de ocultar hoy y eran perfectamente posibles de prever hace diez años.

               Sólo que entre elegir el incómodo y tal vez tortuoso camino del desarrollo productivo, se eligió el camino de fabricar una ilusión que sabemos imposible de concretar, de la que nadie sabe a ciencia cierta cómo salir y cuáles son los costos que ,tarde o temprano, se pagarán.

 


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