ABANDONAR LA FRIVOLIDAD Y DAR CONTENIDO A LA POLÍTICA


 

Dr. Fernando López (*) - Especial para Hoy

               En la misma medida que se profundiza la crisis de nuestro país lo hace la clase dirigente. Con mucha irresponsabilidad dejó sin contenidos a la política, dando por finalizado cualquier debate ideológico y exterminando cualquier posibilidad de discusión seria, dejando que los gobiernos y partidos políticos decidan su destino siguiendo a los asesores de imagen. Frívolamente, estudia las encuestas de las consultoras que le indican lo que la opinión pública quiere escuchar y no tanto a las del INDEC que les marca la realidad social.

               Teniendo en cuenta que la gran cantidad de desocupados y pobres se deben presentar en ambas mediciones, las conclusiones deberían ser parecidas. Claro que el análisis es bien distinto cuando lo hace un grupo de expertos en publicidad o marketing, ante la inexistencia de pensadores e ideólogos.

               Crecen los hacedores de golpes de efecto en la sociedad, desaparecen los analistas de las causas de los problemas que esta padece. Hacen pagar en la Aduana o fotografían en un Supermercado al Presidente, pero no prestan la misma atención a los productos que ingresan al país, destruyen nuestras industrias, el mercado interno y el poder adquisitivo de los consumidores.

               En la actualidad no existen más los Crisólogo Larralde en el radicalismo, los Rogelio Frigerio en el desarrollismo, los Jauretche y Scalabrini Ortiz en el peronismo. Brillan por su ausencia un Carlos Pellegrini o un Vicente Fidel López en el Congreso. Se extrañan los estadistas como Arturo Frondizi.

               Mas temprano que tarde y cuando las verdaderas soluciones no aparezcan va ser necesario dar respuestas concretas.

               Resulta ineludible conformar una doctrina que contemple la posibilidad real de dar respuestas para superar todas las dificultades que padece la sociedad, sin excluidos.

               Será imprescindible contar seguramente con el pensamiento de muchos argentinos, será hora de debatir y confrontar, será necesario aportar ideas.

               No habrá imagen que termine con la desocupación, no existirá foto ni sonrisa que finalice con la inseguridad, no podrá un discurso impedir el cierre y traslado al Brasil de empresas.

               Tenemos que empezar a elaborar y discutir medidas que actúen sobre las causas que provocan todos y cada uno de los flagelos que sufre la ciudadanía, tenemos que trabajar en la raíz de los mismos, hay que lograr que desaparezcan para la próxima y para todas las posteriores elecciones.

               Solo se podrá gobernar con una Argentina que permita a todos los sectores sociales que la conforman superar sus inconvenientes, realizar sus deseos. Debe existir una Nación que los integre en su plenitud.

               Como sostiene Rogelio Frigerio “La Nación es una categoría que abarca, integra y armoniza en su universalidad a todas las regiones, grupos sociales, actividades económicas y las corrientes ideológicas y políticas”.

               Vamos por mal camino, y desintegrándonos, si no solucionamos la crisis de las economías regionales de todas las provincias, incluida la de Buenos Aires. Con un universo de grupos sociales excluidos y postergados, muchísimos desocupados, empresarios quebrados, jubilados hambrientos, trabajadores mal pagos.

               No constituye una tarea sencilla la construcción de una Nación, deben ser concretas las ideas superadoras, deberán ser verdaderamente revolucionarios los cambios.

               Seguramente de la profundidad del debate surgirán los dirigentes idóneos, con la capacidad para transformar la realidad. Además detrás de ellos siempre va a existir un pueblo que solo apoyará a quienes estén a la altura de las circunstancias. No lo van a conformar con discursos voluntaristas sino con decisiones y acciones que den por tierra con la demagogia vacía de ideas y alternativas.

               Finalmente se le dará contenido a la política.

               (*) Integrante del CEPADE (Centro de Estudios para el Desarrollo)

 


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